miércoles, 11 de mayo de 2016

Actividad 6 Estado e identidad




Cuántas veces hemos escuchado decir que en nuestra formación, la escuela no es lo importante, lo importante somos nosotros. La escuela no definirá quienes somos bajo ninguna circunstancia. Bueno, pues esto es un gran error.


Pienso que sobre todo, en fechas y tiempos recientes, la individualidad es un concepto que se encuentra muy en boga y para nosotros, seres sociales por excelencia, no siempre nos acomoda muy bien.


Todos y cada uno de nosotros tenemos una personalidad que nos define, pero esa personalidad no salió de la nada. No venía precargada. No nacemos con una identidad social predeterminada del mismo modo que nacemos con ciertas características fisiológicas que nos definen como hombres o mujeres. Por supuesto que no. La identidad de cada uno de nosotros no es otra cosa que un gran rompecabezas con piezas distintas sacadas de distintos lugares, personas y situaciones. Cada pieza, por muy defectuosa que suela estar, nos define y si alguna de esas piezas fuera diferente, también estaríamos hablando de otra persona.


Ya hemos hablado acerca de la forma en la que nuestra familia aporta una gran cantidad de esas piezas. Es el primer grupo en el que nos desenvolvemos y su función principal como institución social es proporcionarnos todas las herramientas para ser capaces de integrarnos a la vida social, respetando las pautas y regulaciones establecidas para ello. Es decir, todos aquellos comportamientos básicos para convivir con los demás.


Entonces, cuando llega el momento en que el pequeño de la familia tiene que ir a la escuela, el intercambio que se da con sus semejantes, es decir, sus compañeros de clase, nos muestra que hay mucho más que las reglas y forma de vida que dejamos atrás al cerrar la puerta de la casa y asistir a la escuela.






http://aulaintercultural.org/2014/12/11

El papel que la escuela juega en nosotros siempre será determinante para definir quiénes somos. Ahora conoceremos otras formas de ver las cosas, otras formas de vida y de interacción social, convirtiéndose en las herramientas que necesitamos para forjar una idea propia de determinada situación, pero llena de un poco de la ideología de las personas que nos rodean.


Pensar en la escuela como un escenario de formación y socialización nos llevara siempre de la mano a una revisión de los procesos pedagógicos y metodológicos en la enseñanza. Es decir ¿Cómo se está enseñando? ¿Para qué se está enseñando? Perkins (2001, p. 18) plantea tres metas principales: la retención, la comprensión y el uso activo del conocimiento. Estas tres metas siempre van encaminadas a formar el llamado conocimiento generador dejando de lado el conocimiento meramente acumulativo. El conocimiento generador es al mismo tiempo, un conocimiento actuado que hace múltiples aportaciones, no sólo a los contenidos temáticos que vemos en clase, sino también afecta otros rubros importantes de nuestra vida ayudándonos a comprender el mundo y desenvolvernos en él.


La escuela interviene en la configuración de nuestra identidad cuando lleva sus prácticas educativas a una reflexión activa por nuestra parte, para que seamos capaces de explicar, ejemplificar, aplicar y justificar lo aprendido integrando nuestra propia visión de mundo, enseñándonos que el aprendizaje va más allá de la los contenidos de un libro y que se aprende de la todos los aspectos de nuestras vidas.


La escuela también juega un papel importante en el desarrollo de nuestras competencias cognitivas, sociales, comunicativas y desde luego, afectivas. La escuela se fija la meta de ayudarnos a construir nuestra identidad individual, pero al mismo tiempo, nos recuerda que somos parte de una sociedad que convoca y genera unidad a través del sentido de partencia inculcado en el proceso educativo.


Brunner (1977) hablaba de subcomunidad en interacción que mencionaba la relación profesor-aprendiz, trasladando el término de profesor a todo aquello que genere aprendizaje; por ejemplo, los libros, las experiencias, etc. Por otro lado, el termino subcomunidad aplicaba a aquellos lugares en los que los aprendices se ayudan mutuamente en el proceso de aprendizaje, siendo cada uno, responsable de sus actividades haciendo a un lado la figura dogmática que tenemos del profesor propiciando una mayor interacción entre los aprendices. Será a través de la constante interacción entre ellos que se examinaran, conocerán y establecerán relaciones donde cada uno se encuentre involucrado en mayor medida a través de la intersubjetividad, que no es otra cosa, más que la capacidad de para entender las mentes de otros. No a través de las palabras, sino usando nuestra capacidad para aprender de los diferentes contextos a los que nos enfrentamos.


Pienso, que finalmente podemos abordar la importancia de que todos los procesos que mencionamos sobre la escuela se encuentren institucionalizados. La institucionalización proporciona un carácter regulado y organizado a cada una de las prácticas que abordamos. Garantiza la permanecía y vigencia en la sociedad. Así como es imposible pensar en una sociedad resistente a los cambios, de carácter estático y sin cambios en su formación y valores, resulta imposible pensar en una institución que no se transforme al ritmo de la sociedad. Si esto ocurriera, las instituciones resultarían obsoletas y terminarían desapareciendo.


Es justamente su carácter de renovación el que le permite ejercer su trabajo regulador y propositivo.





Texto elaborado con apoyo de la lectura: Echavarría Grajales, C. (2003). Documento. La escuela un escenario de formación y socialización para la construcción de identidad moral , en: Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Julio – Diciembre, Vol. 1, No 002, Universidad de Manizales, Colombia 2003.





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